Paul Washer
LUCAS
24:46-47 "y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo
padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día, y que se predicase en su
nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones"
LAS CINCO LEYES ESPIRITUALES REFORMADAS
El Evangelio que prevalece en América hoy en día raramente es realmente un Evangelio. Es una versión barata y diluida que es útil para fabricar roles de miembros, pero no bueno para edificar el Reino de Dios. Lo que declara sobre el hombre es tan cuidadoso que no ofende a nadie. Lo que declara de Dios es tan limitado que no molesta a nadie.
Lo que demanda es tan poco que resulta en
pequeñas convicciones, no causa un apartarse del pecado y no hace un llamado a
la disciplina comprometida. Si el Cristianismo en América se ha de recuperar de
esta enfermedad que la ha postrado en cama, entonces debe primero recuperar el
evangelio que fue una vez predicado por Jesucristo y los apóstoles.
Debe
recuperar el evangelio que siempre es gratis, pero nunca barato. Debe aprender
un Evangelio que es más que una decisión humana, y que en cambio es el gran
poder de Dios. Debe predicar un Evangelio que no sólo tiene el poder para a
todos los que lo abrazan, sino que también tiene el poder de transformar a
todos los éste haya abrazado.
En la pasada edición de HeartCry, estudiamos
los elementos básicos del evangelio: La depravación del hombre, la santidad de
Dios, la ley de condenación de nuestro pecado, y la muerte de Cristo en la Cruz
que compró al pueblo de Dios de la eterna destrucción. En esta edición vamos a
considerar el llamado del Evangelio y la evidencia de su obra. En otras
palabras, consideraremos lo que el hombre debe saber y hacer para ser
salvo.
EL
EVANGELIO DE HOY
El
evangelio de hoy puede ser fácilmente reducido a “Cinco Leyes Espirituales”. Y
son como sigue: (1) Dios nos ama y tiene un plan maravilloso para nuestra vida.
(2) Hemos pecado y nuestro pecado nos separa de Dios. (3) Cristo murió por
nuestros pecados. (4) Debemos hacer una oración de fe y pedir a Cristo que
venda a nuestro corazón y nos salve. (5) Si pedimos con fe, entonces podemos
estar seguros que somos salvos. Si en algún momento dudamos de nuestra
salvación, entonces simplemente debemos recordar el tiempo en el que hicimos
aquella oración de fe y ver nuestra salvación como un hecho.
Antes
de que sigamos adelante, debe decirse que este método de “compartir” el
evangelio ha sido usado para dar a conocer a Cristo a millones de personas y ha
resultado en la salvación de algunos. También debemos decir que los cristianos
que realizan esta presentación del evangelio son mil veces más útiles para
Dios, que el que conoce bien el evangelio, pero no tiene pasión por
compartirlo.
Sin
embargo, esto también debe ser entendido: que no es por esa presentación del
evangelio que las personas han sido salvadas, sino a pesar de esa presentación.
Hay grandes defectos en la presentación del Evangelio y están deben ser
corregidas si el Evangelio ha de recuperar su gloria y poder.
UN EVANGELIO CENTRADO EN EL HOMBRE.
El
evangelio de hoy comienza con el hombre, claramente poniéndolo en el mismo
centro del universo como un ser invaluable por quien Dios vaciaría todo el
cielos para obtenerlo. Esto simplemente no es verdad. Es Dios quien está en el
mismo centro del universo, y sólo Él tiene valor infinito e intrínseco.
Por
el otro lado, el hombre es un desertor en el universo, un rebelde aborrecedor
de Dios que ha declarado guerra a Su Soberano, un traidor que desea que el
trono de Su Rey, una criatura que desea usurpar la gloria de Su Creador, un
instrumento creado para adorar que busca ser adorado en lugar de Dios.
El
Evangelio Verdadero no comienza con el valor del hombre o el maravilloso plan
de Dios para el hombre. El Verdadero Evangelio comienza con una declaración del
valor de Dios y Su gran interés por Su propia gloria. Alguien ha dicho
correctamente que el Evangelio no comienza con las palabras “Porque de tal
manera amó Dios al mundo”, sino con la declaración, “en el principio Dios…”.
En
lo que hemos escrito hasta ahora, no estamos intentando disminuir ni
empequeñecer el amor de Dios. De hecho, decimos que el amor de Dios es tan
infinito que va más allá de cualquier intento humano de definirlo y medirlo.
Lo que estamos intentando hacer es poner lo
primero, primero. Lo que decimos es que el hombre existe para Dios, y no Dios
para el hombre. Y que el hombre no es el tesoro del universo, sino Dios. Y lo
que Dios hace, no lo hace principalmente por el hombre, sino por Él mismo y por
Su propia gloria y por el amor que Él tiene por Su propio nombre.
Hoy
en día frecuentemente se argumenta que seria egocéntrico e incluso egoísta por
parte de Dios hacer todo lo que Él hace principalmente para Él mismo y por Su
propia gloria. Pero es absurdo pensar de esa manera. Como cristianos que creen
la Biblia, ¿Cómo diríamos que es un hombre que le atribuye a algo más valor que
a Dios o cuando un hombre relega a Dios a un segundo lugar en su vida? Le
llamaríamos idolatría, ¿cierto? Pero, ¿Por qué? Porque hay una regla en Las
Escrituras y en la misma gran estructura de la Creación que declara que Dios
está por encima de todas las cosas y que todas las cosas existen para Él. Las
Escrituras correctamente declaran: Romanos 11:36 Porque de él, y por él, y para
él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.
Dios
legítimamente hace todas las cosas para Él, por Su propia gloria y por el amor
que el tiene de Su Propio Nombre. Si esto fuera de otra manera, Dios fuera
culpable de idolatría y el universo sería un caos.
A la luz de lo que ha sido dicho, deberíamos
cambiar la primera “ley espiritual” del evangelio de hoy en día: “Dios nos ama
y tiene un plan maravilloso para nuestra vida”, por: “Dios es el Creador y
Señor del universo y está infinitamente interesado por Su propia Gloria.
UN EVANGELIO PARA EL ENFERMO
La segunda de las “leyes espirituales” del
evangelio de hoy dice que “hemos pecado y nuestro pecado nos separa de Dios”.
El problema con esta ley no es que sea incorrecta, sino que no va
suficientemente lejos.
Nosotros
no solamente hemos pecado, sino que somos pecadores. No solamente hacemos cosas
incorrectas, sino que somos incorrectos. El Evangelio no es buenas noticias
para el enfermo o para el que se está muriendo. El Evangelio es buena noticia
para el que está muerto. Efesios 2:1 “…cuando estabais muertos en vuestros
delitos y pecados.
En el evangelio que predicamos, debemos no
solo decir que el hombre ha pecado, sino que es pecador, muerto
espiritualmente, con la buena voluntad necesaria para obedecer a Dios estando
corrompida y totalmente destituido de esperanza excepto de la misericordia de
Dios. Debemos enseñar que a menos que Dios obre en favor del hombre, el hombre
morirá en sus pecados y pasara la eternidad bajo la retribución divina.
Debemos
hablar de la gran necesidad que el hombre tiene de Dios y de la urgencia de
clamar al Dios de misericordia para que Él haga por ellos lo que ellos no
pueden hacer. A la luz de lo que ha sido dicho, quisiéramos cambiar la segunda
“ley espiritual” de “Hemos pecado y nuestro pecado nos separa de Dios.” por
“Somos pecadores, corruptos en naturaleza y acciones, estamos espiritualmente
muertos, bajo la justa condenación de Dios y totalmente dependientes de Su
misericordia.
UN EVANGELIO INEXPLICADO
La tercera de las “leyes espirituales” del
evangelio de hoy en día es “Cristo murió por nuestros pecados”.
Como
en el punto anterior, este definitivamente no es incorrecto, pero es
frecuentemente demasiado olvidado e inexplicado. Cuando predicamos el
evangelio, también debemos enseñar.
La
muerte de Cristo va a significar muy poco a los pecadores a menos que se dé una
adecuada explicación de por qué y cómo Cristo murió. El hombre perdido necesita
más que unos pocos clichés cristianos, él necesita conocer algo sobre Dios.
Hoy
en día oímos mucho de educadores seculares y sociólogos hablar sobre la “caída
de América”, pero parece que este mismo mal ha arribado a la Iglesia. Así es
que piensa la iglesia de hoy: “Estamos convencidos de que la teología y la
doctrina no tienen lugar en la vida cristiana y que lo realmente enseña
doctrina o se refiere a la teología en nuestra predicación a los perdidos solo
entorpecerá el mensaje.”
Hemos
intercambiado las grandes verdades del mensaje del Evangelio por pequeñas
historias, divertidas ilustraciones y nuestro testimonio personal. Por favor,
no me malinterprete, no estoy en contra de nada que ayude a comunicar el
Evangelio a los hombres, pero cuando los medios se convierten en el mensaje y
el mensaje no es comunicado, se comete un grave error.
Lo
que Dios ha hecho en mi vida no es lo importante. Lo que es de suma importancia
es lo que Dios ha hecho en Cristo a través de Su vida y Su muerte.
Debemos
dar a entender a los perdidos que lo que es de “primera importancia” es que
Cristo no sólo murió por nosotros, sino que vivió una vida perfecta para
nosotros, que Él llevó nuestros pecados en la Cruz y fue hecho pecado en
nuestro lugar, que Él sufrió la condenación de Dios por cada ley de Dios que
hemos roto, que Él murió en nuestro lugar, separado de la comunión con Dios y
aplastado bajo el peso de la ira de Dios, que Su muerte pagó la deuda de
nuestro pecado antes Dios y proveyó la salvación de Su Pueblo, que Su perfecta
vida proveyó para nosotros un regalo de justicia por la cual podemos estar ante
Dios como “verdadera justicia de Dios en Cristo”. 2 Corintios 5:21 Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos
justicia de Dios en él.
Otro
problema asociado con nuestra superficial enseñanza de la Cruz es que no hay
suficiente énfasis en la resurrección.
Debemos entender que un evangelio que no
ofrece salvación debido a la resurrección en sí, no es para nada un evangelio.
Si Cristo no resucitó, aun estamos muertos en nuestros delitos y pecados.
Cualquier
hombre puede morir en un madero, pero sólo Dios puede resucitarlo. Es la
resurrección que hace que la historia de la Cruz sea Evangelio (Buenas
Noticias) y es la resurrección la que preserva a la historia de la Cruz de ser
una tragedia de solamente otro héroe con buenas intenciones que murió para
nada. Es creer en la resurrección lo que separa a los fieles de los infieles.
Cuando
predicamos el evangelio, debemos proclamar con gran gozo y convicción que Uno
que obtuvo perdón a través de Su muerte se levanto de la tumba y vive para
siempre. ¡Nosotros vivimos, porque Él vive; podemos morir en esperanza, porque
Él murió por nosotros; resucitaremos, porque Él resucito! ¡Este es el Evangelio!
UN LLAMADO NO-BÍBLICO
UN LLAMADO NO-BÍBLICO
La
cuarta de las “leyes espirituales” del evangelio de hoy es que “al escuchar el
evangelio los pecadores deben hacer una oración de fe y pedir a Jesús que venga
a su corazón para que los salve.
Si
la persona pide con fe, entonces puede estar segura de que ha sido salvada.” El
problema con esta “ley espiritual” es que, precisamente, es no bíblica.
No
quiero ser irrespetuoso y seguramente no quiero mostrar mi limitado
conocimiento de Las Escrituras, pero no puedo encontrar en Las Escrituras donde
alguien guió a una persona en oración para aceptar a Jesús.
Romanos
10:9 que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu
corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Muchas
veces Romanos 10:9-10 es usado para defender este camino hacia la salvación,
pero esto no es una referencia de guiar a alguien en la oración del pecador,
sino una referencia de simplemente depositar la fe en Jesús. Otras veces, es
usado Apocalipsis 3:20 para defender este modo de invitar a Cristo al corazón:
Apocalipsis 3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y
abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Pero
este pasaje no está ni cerca de referirse a Cristo estando a la puerta del
corazón del pecador esperando ser invitado por él para que Cristo entre. Es una
referencia de Cristo estando a la puerta de la Iglesia de la cual ha sido
sacado a causa su orgullo, autosuficiencia e independencia.
Después
de compartir el Evangelio con un perdido, ¿debemos decirle que hacer? Debemos
simplemente hacer lo que hizo Jesús y lo que los profetas hicieron, y lo que
hicieron los apóstoles que lo siguieron. Debemos amorosamente decirles, aun
rogando, que se arrepientan y crean al Evangelio.
Las
Escrituras están llenas de estas invitaciones: Marcos 1:15 diciendo: El tiempo
se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el
evangelio. Hechos 17:30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta
ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
Hechos 17:31 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con
justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle
levantado de los muertos. Hechos 20:21 testificando a judíos y a gentiles
acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor
Jesucristo. Hechos 26:20 sino que anuncié primeramente a los que están en
Damasco, y Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se
arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de
arrepentimiento.
Como
podemos ver claramente, hay dos temas en común a través de las invitaciones del
Evangelio en Las Escrituras: arrepentimiento y fe. No estamos llamados a llamar
a los hombres a que hagan una oración en la cual simplemente pidan que Jesús
entre en sus corazones, estamos llamados a llamar a los hombres a que se
arrepientan de sus pecados y crean en el Evangelio.
Hoy
en día en la mayoría de las Iglesias Evangélicas de América, los hombres y
mujeres perdidos, los niños y niñas son llamados a hacer una oración si quieren
ir al cielo, cuando deberían ser llamados a que se arrepientan y confíen en
Cristo como su Señor y Salvador. No es la oración la que salva, sino el
sentimiento de arrepentimiento y la fe sincera.
¿Cuántos
en el día de hoy no han sido guiados en la oración del pecador y se ha
pronunciado salvación sobre ellos al momento de decir “amen”, y sin embargo que
no se han arrepentido, ni creído, y sus vidas nunca han cambiado? No sólo se
les da una falsa seguridad, sino que la misma falsa seguridad los hace
endurecerse a las verdaderas demandas del Evangelio.
Ellos
se apoyan en su oración como si esta fuera una formula mágica que les dará la
entrada en el Reino de los cielos, y cierran sus oídos a la predicación del
verdadero evangelio.
Las
Escrituras declaran bastante claro que hay dos requerimientos para ser salvos
que son el arrepentimiento y la fe, pero ¿qué son estas cosas? En Las
Escrituras, el arrepentimiento involucra las emociones y la voluntad. El
arrepentimiento involucra las emociones en la cual se sentimos pesar por
nuestro pecado.
Esto
puede ser visto en las palabras de Pablo a la iglesia de los corintios: 2
Corintios 7:9 Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque
fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados
según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. 2 Corintios
7:10 Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para
salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce
muerte.
El verdadero arrepentimiento que lleva a la
salvación involucra las emociones en las cuales hay culpa en el corazón del
pecador por hacer algo que rompió la Ley divina, ofendió a Dios y está en
peligro de la ira eterna. Esta culpa es tan genuina y tan profunda que toca la
voluntad del pecado y lo compele a cambiar de la incredulidad a la fe, de la
apatía al interés, del odio hacia Dios al amor a Dios, de la idolatría a la
alabanza, de la rebelión a la sumisión voluntaria, de la desobediencia a la
obediencia.
El
arrepentimiento es una cosa poderosa que va más allá de la capacidad del
hombre. De hecho, el arrepentimiento causa un cambio tal en el pecador que esto
solo puede ser atribuido a la gracia de Dios obrando en la conversión. En
Ezequiel 36:26-27, Dios describió el arrepentimiento de la siguiente manera:
Ezequiel
36:26 Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Ezequiel
36:27 Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Después
de leer este texto, ¿hay alguna duda de que el arrepentimiento que guía a la
salvación involucra un cambio radical que es desde el comienzo y hasta el final
una obra de Dios, y que sin dicho arrepentimiento no hay salvación? El
verdadero arrepentimiento es una obra de Dios y este va siempre acompañado de
fe en las promesas de Dios. Sin embargo, en la salvación el hombre no solo se
arrepiente, sino que también cree.
La
verdadera fe no es tan complicada como algunas veces hacemos que esta sea. La
fe es simplemente creer que algo es así, porque Dios ha declarado que es así.
Este es el significado de Hebreos 11:1, Hebreos 11:1 Es, pues, la fe la certeza
de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
El
hombre que ha creído para salvación es el que espera la salvación y la
considera como un hecho, aunque no pueda verla. O, para usar el ejemplo de
Abraham en Romanos 4:21, la fe es estar completamente persuadido de que Dios
tiene el poder sobre la salvación que Él ha prometido a través de Su Hijo
unigénito.
Romanos
4:21 plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que
había prometido; Mi querido amigo cristiano, muchas han sido salvos mientras
oraban la oración del pecador, pero no por causa de sus palabras o la petición,
sino por causa de Dios dar el arrepentimiento y fe, las cuales fueron puestas
en nuestros corazones como un resultado de la conversión.
De
la misma manera, muchos han sido guiados a una falsa seguridad de salvación
porque dijeron las palabras correctas, pero la conversión así como el
arrepentimiento y la fe que florecen por este, estaban ausentes.
A
la luz de lo que ha sido dicho, quisiéramos cambiar la cuarta ley espiritual de
“invitar a los pecadores a realizar la oración del pecador” a “rogarles que se
arrepientan de sus pecados y se vuelvan a Dios a través de la fe en Cristo”.
UNA FALSA SEGURIDAD.
La
quinta y última “ley espiritual” del evangelio de hoy toca el tema de lo que es
comúnmente llamado seguridad eterna.
La
ley es algo así: “Si alguien que ha repetido la oración del pecador alguna vez
duda de su salvación, entonces debe simplemente volver al tiempo en que hizo la
oración y afirmar que su salvación es un hecho.”
Algunas
veces al nuevo converso se le dice que debe escribir el día de su conversión en
la tapa de su Biblia de modo que si alguna duda lo asaltase, el pueda
asegurarse, al abrir su Biblia y mirar la fecha de su conversión, que ésta se
realizó.
Esto
es absurdo y no-bíblico. De hecho, es una peligrosa herejía que ha llevado a
muchos al camino de destrucción.
La
seguridad de salvación no viene de recordar el día en que hicimos una oración,
sino de una adecuada evaluación de la vida de nuestra vida a la luz de Las
Escrituras para ver si hay existencia de evidencia bíblica de salvación.
Cuando
Pablo trató con la posibilidad de inconversos entre los Corintios, él no les
dijo que recordaran el día en que hicieron “su oración” y tomaran la fecha de
su conversión en las tapas de sus bíblicas; sino que les dijo que miraran sus
vidas en el tiempo presente:
2
Corintios 13:5 Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a
vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en
vosotros, a menos que estéis reprobados?
Para
encontrar seguridad, no estamos llamados a ver una fecha en el pasado, sino ver
nuestras vidas en el presente. Debemos cuestionarnos a nosotros mismos y a
nuestra profesión de fe. En las palabras de Juan el Bautista, ¿estamos dando
frutos dignos de arrepentimiento?
Mateo
3:8 Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, En las palabras de Pablo,
¿estamos probando nuestro arrepentimiento por nuestras obras?
Hechos
26:20 sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalén, y
por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se
convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
O,
en las palabras de Santiago, ¿es nuestra fe muerta porque no está acompañada de
obras? Santiago 2:17 Así también la fe,
si no tiene obras, es muerta en sí misma.
En
las palabras de Pedro, ¿es nuestro conocimiento de Dios ineficaz e infructuoso?
2Pe 1:8 Porque si estas cosas están en
vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al
conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
A
la luz de lo que ha sido dicho, deberíamos cambiar la quinta “ley espiritual”
de “decirle a aquellos que dudan de su salvación que miren al día en que
hicieron una oración” a “decirles que miren su vida presente a la luz de las
Escrituras.
Si
no ha habido cambio, ni conformidad de sus vidas a las Escrituras, ni genuino
celo o amor por Dios, entonces no pueden estar seguros de haber sido salvados.”
LAS CINCO LEYES ESPIRITUALES
REFORMADAS.
Para
concluir este breve articulo del evangelio y de su predicación a los perdidos,
presentaremos las cinco leyes espirituales como son comúnmente compartidas y como
las hemos reformado.
(1)
Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida. Dios es el Creador y
Señor del Universo y está infinita infinitamente preocupado por Su
Gloria.
(2)
Hemos pecado y nuestro pecado nos separa de Dios. Todos los hombres son pecadores,
depravados en su naturaleza y obras, espiritualmente muertos, bajo la justa
condenación de Dios y totalmente dependientes de Su misericordia.
(3)
Cristo murió por nuestros pecados. Cristo vivió una vida perfecta para
nosotros, llevo nuestros pecados en la Cruz, y sufrió la condenación de Dios
por cada Ley de Dios que hemos roto. Él murió en nuestro lugar, separado de la
comunión con Dios y aplastado bajo el peso de la ira de Dios. Su terrible
muerte pago la deuda de nuestro pecado y proveyó la base de nuestra salvación.
Su resurrección y perfecta vida nos proveyó un regalo de justicia por el cual
podemos están ante Dios como verdadera justicia de Dios en Cristo.
(4)
Debemos hacer una oración de fe y pedir a Cristo que venda a nuestro corazón y
nos salve. El hombre se debe arrepentir y creer en el Evangelio. El
arrepentimiento es una tristeza genuina por el pecado y un temor del juicio que
resulta en un volverse del pecador y acercarse a Dios. La fe es la confianza
sencilla de que Dios tiene el poder y la buena voluntad de darnos la salvación
que el ha prometido a través de Su Hijo unigénito.
(5)
Si hicimos la oración con fe, entonces podemos estar seguros que somos salvos.
Si dudamos de nuestra salvación, entonces simplemente debemos recordar el tiempo
en el que hicimos aquella oración de fe y ver la salvación como un hecho. Si
una persona duda de su salvación, debe examinar su vida a la luz de las
Escrituras. Si no ha habido cambio ni conformidad en su vida a las Escrituras
ni genuino celo o amor por Dios, entonces la persona no puede estar segura de
que ha sido salvada.
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